lunes, 5 de abril de 2021

Cuatro conversaciones entre trabajador y jefe

Se ilustran a continuación cuatro diálogos en sus correspondientes combinaciones entre trabajador, en sus variantes motivado y desmotivado, y jefe, en sus variantes entre bueno y malo.

Trabajador motivado y mal jefe (o cómo hacer que un trabajador competente empiece a desmotivarse)

12:45 p.m.

—¿Qué desea, jefa?
—Hay que terminar la fase de análisis. A ver cuándo puedes tener el documento de especificación.
—¿Para cuándo lo necesita?
—Para ayer.
—Ahora estoy pillado con un par de modificaciones de la aplicación anterior. En cuanto las termine me pongo con ello. Creo que antes del viernes lo tendré.
—No esperes. Deja lo que estás haciendo y ponte con los requisitos.
—Si quiere yo lo hago, jefa, pero los de Reinoso están esperando. Hasta que no les resuelva el fallo tienen el trabajo parado.
—Me da igual, Carlos. Acaba los requisitos y luego sigues con lo otro que sea. Si hace falta, echa hoy más horas.
—Pues hoy me viene fatal… ¿Por qué tanta prisa por los requisitos precisamente ahora?
—Porque acabo de encontrar todos estos papeles sobre la mesa y creo que ya llevamos mucho tiempo de retraso. Y porque me he propuesto terminarlo esta semana. ¿Tanto trabajo te cuesta hacer un simple documento de especificación de requisitos?
—No… Bueno, pues me pongo con eso. Ya me inventaré algo para explicarles a los de Reinoso.


Trabajador desmotivado y mal jefe (o cómo tener un equipo que perpetúe un sistema ineficiente)

13:12 p.m.

—¿Qué pasa, que estoy liado?
—Hay que terminar la fase de análisis. A ver cuándo puedes tener el documento de especificación.
—Pues no sé. Todavía no están claras todas las cosas que vimos el otro día.
—Pues acláralas porque lo quiero para ayer.
—Además, tengo trabajo atrasado con los cambios de la aplicación de Reinoso, que no paran de dar por saco con los cambios.
—Olvídate de ellos y ponte con los requisitos.
—Es que ahora no puedo: con los cambios de Reinoso tengo el ordenador compilando todo el tiempo y se me bloquea cada dos por tres. ¿Cuándo me van traer el ordenador nuevo?
—Eso no es cosa mía. Habla con el sub-departamento de Compras.
—Ya se lo he dicho, jefe, pero dicen que tiene que solicitarlo usted expresamente.
—Aquí todo tiene que estar pedido por mí, autorizado por mí, corregirlo yo y todo yo… que parece que soy el único que trabaja, narices. El día que falte os vais a enterar todos.
—.Pues mientras yo siga tenga esa porquería de equipo no puedo trabajar bien... En fin, que a ver si puedo tenerlo para final de esta semana o como mucho mediados de la que viene. Igual me quedo un par de tardes y pido horas extras. ¿Vale?


Trabajador motivado y buen jefe (o cómo dar las gracias a los dioses por lo bien que están saliendo las cosas)

8:10 a.m.

—Dime, Marta.
—Carlos, ya sé que estás liado con los cambios de Reinoso, pero tenemos una desviación de una semana respecto a la fase de análisis y sólo faltan los requisitos funcionales. ¿Te queda mucho con Reinoso?
—Si no llaman más con algo importante, yo creo que entre hoy y mañana lo tengo liquidado. ¿Para cuándo te hace falta? Es que no quiero dejarles parados.
—En realidad no es urgente, pero no quiero salirme demasiado de la estimación.
—Vale, pues les resuelvo el problema de ahora y me pongo con los requisitos. Calculo que en un par de días los tienes.
—Gracias, Carlos. Da gusto trabajar contigo. No te molesto más.


Trabajador desmotivado y buen jefe (o cómo buscar razones para motivar a un trabajador con potencial)

9:10 a.m.

—Iba por un café a la máquina. Dime.
—Pues espera, Laura, que voy contigo y te cuento mientras. Necesito que aceleres lo más posible los cambios que te ha pedido Reinoso. ¿Cómo lo ves?
—Pues no lo sé, Juanjo. La verdad es que no paran de llamarme para que les haga cambios, y el ordenador no lo tengo muy bien.
—Lo del ordenador lo estuve pensando: ¿tú crees que se arreglaría con un formateo?
—Yo qué sé, Juanjo. La verdad es que ya me desespera.
—Pues te doy permiso para vengarte de él formateándolo sin piedad, a ver si lo metes en cintura. Es de los más modernos y el resto de los equipos han salido bien, así que no quiero que el sub-departamento de Compras adquiera otro sin darle al tuyo una última oportunidad. Espera, que invito yo al café.
—Gracias. ¿Formateo yo entonces el equipo?
—Como tú veas mejor, Laura. Si prefieres que el becario lo haga, se lo das a él, pero creo que nadie mejor que tú conoce las aplicaciones que utilizas habitualmente, así que igual es buena idea que dediques una mañana encargándote de instalarlas y configurarlas. Tú decides.
—Pero entonces, ¿qué hago con los cambios de Reinoso?
—¿Tienes alguno que sea urgente?
—Todos son urgentes. Ya les conoces
—¿Alguno super-super-urgente y que no puedan trabajar si no se arregla?
—De ésos hay un par; tres, como mucho.
—¿Crees que podrías tenerlos listos entre hoy y mañana?
—Supongo que sí.
—Pues liquídalos, reinstala el ordenador y ven a verme al despacho antes de seguir con los cambios de Reinoso, que vamos a hablar de los requisitos funcionales del nuevo proyecto y que se quedaron en el tintero. Te ruego, Laura, que no tardes mucho reinstalando, para no retrasar mucho el resto de las solicitudes de Reinoso. Cuento contigo para tenerlos contentos, ¿vale?
—¿Y si insisten mucho?
—Si puedes manejarlos, mejor. Si no, me lo dices y yo llamo personalmente al director de Contabilidad de Reinoso. Ahora me interesa más el tema de los requisitos funcionales.
—Jo. Yo creía que te habías olvidado de los dichosos requisitos.
—¡Anda, mujer! ¿Cómo me iba a olvidar de algo tan divertido?
—¡Uf! ¡Divertidísimo!
—Como todo en esta empresa, ¿no? Venga, al tajo y quítate de encima esos cambios urgentes de Reinoso para que te quedes más tranquila.

 

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